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Por Fundación Voces Libres

Sábado 22 de febrero de 2025.- Un agricultor de un sindicato de Villa Tunari, trópico de Cochabamba, fue acusado y condenado a 20 años de cárcel por el delito de tentativa de feminicidio, tras haber intentado matar a su pareja a palazos en una reunión social, en la casa en la que convivían. La víctima sufrió traumatismos en la cabeza, en todo el cuerpo y tuvo que ser intervenida quirúrgicamente para reconstruir los huesos de uno de sus brazos con placas de platino.

Lidia (nombre cambiado), de 30 años, y Juan Carlos Sánchez Soria, de 25, empezaron una relación hace pocos años en la zona de un sindicato de Villa Tunari. Al principio, el trato del agricultor era bueno y Lidia aceptó convivir con él para empezar una familia. Sin embargo, meses después, afloraron los celos enfermizos e infundados de Juan Carlos. Empezó controlando su forma de vestir, sus amistades y revisando su celular. Luego, la violencia fue extrema y se manifestó con insultos, jalones de cabello y golpes de puño y patadas. Cuando las peleas ocurrían de noche, la humillaba echándola fuera de la casa que compartían, sin ropa. La obligaba a pedirle perdón de rodillas, para dejarla entrar de nuevo.

Lidia estaba muy asustada, pero no lograba comprender que su vida estaba en peligro y guardaba silencio respecto a todo lo que estaba padeciendo. En 2023, Juan Carlos trató de matarla con un machete, pero ella logró escapar. Después de ese episodio, el hombre intentó estrangularla varias veces, pero cuando ella estaba a punto de desmayarse, por la falta de oxígeno, la liberaba.

El último ataque sucedió a las cuatro de la madrugada del 9 de marzo de 2024. Él había invitado a dos amigos a su casa y en medio de la reunión social, empezó a celarla sin motivos. Uno de ellos intentó tranquilizarlo, pero Juan Carlos no escuchaba. Tomó a Lidia de los cabellos, la lanzó al piso y empezó a patearla en todo el cuerpo. Intentaron persuadirlo, pero él agarró un palo y quiso golpearlos también. Incluso destrozó una moto a palazos. Los amigos salieron en busca de ayuda, mientras Lidia intentaba protegerse de los golpes con palo que Juan Carlos le propinaba, hasta que se desmayó.

Cuando el agricultor vio a su pareja ensangrentada e inconsciente, pensó que la había matado y trató de borrar sus huellas en el cuerpo de ella, lavándole la cabeza con agua. Así lo sorprendió el padre de Lidia que se había enterado del ataque que sufría su hija y corrió a defenderla. Él la socorrió, la llevó a la posta de San Gabriel. Un médico constató que estaba viva, pero las lesiones eran graves y la derivó al hospital San Francisco de Villa Tunari. La víctima tenía heridas y traumatismos en la cabeza y el cuerpo. Uno de sus brazos sufrió fracturas graves y fue necesario operarla para ponerle placas y clavos de titanio en los huesos. Los médicos forenses le otorgaron 60 días de incapacidad.

Los padres de Lidia hicieron un gran sacrificio para cubrir la cirugía y pagar las placas de titanio, que cuestan entre 2.500 y 10.000 Bs, dependiendo del número, tamaño y requerimiento específico de los cirujanos traumatólogos. Después de una intervención quirúrgica de esta naturaleza, las víctimas deben someterse a un largo y costoso proceso de fisioterapia para recobrar la movilidad y la funcionalidad, son hablar de la psicoterapia para superar el trauma vivido.

Tras la cirugía, la familia pidió la ayuda del Observatorio de Justicia de la Fundación Voces Libres que se hizo cargo de la defensa legal en integral de la víctima, quien tuvo que enfrentar secuelas del brutal ataque como vómitos, dolor de cabeza, pérdida de conciencia y síndrome vertiginoso postraumático.

El Área Salud de Voces Libres cubrió los medicamentos, atención en Neurología y tomografía para ayudar a Lidia a superar las secuelas de la tentativa de feminicidio que sufrió.

En relación al ámbito legal, la abogada Lourdes Tarqui informó que Juan Carlos Sánchez fue aprehendido, denunciado e investigado formalmente. Por más de 10 meses se acumularon las pruebas periciales, testimoniales y documentales en su contra. En agosto de 2024, él y otros internos fueron descubiertos perforando una pared para darse a la fuga del penal de San Sebastián.

“Faltando 15 días para que se cumpla un año del terrible ataque, el hombre fue sometido a juicio. Un testigo contó lo ocurrido aquella madrugada y tras valorar todas las pruebas presentadas por el Ministerio Público y la acusación particular que llevamos, fue hallado culpable y sentenciado a 20 años de cárcel en El Abra”, detalló la abogada.

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