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Texto Carlos Tellería, fotos y videos PNUD/Julen Redondo (Bolivia)

Viernes 29 de noviembre de 2019.- Hace tres décadas, un extrabajador minero plantó la semilla para el nacimiento de una iniciativa de confección de ropa que hoy forma parte de la Asociación de Textiles y Confecciones 26 de Febrero. Este es uno de los 10 emprendimientos productivos que se ejecutan en dos municipios de Cochabamba con un modelo de desarrollo que mezcla experiencias adquiridas en Bolivia e Italia.

En esta propuesta está plasmado el proyecto de fortalecimiento de la economía comunitaria, solidaria, inclusiva y sostenible en los municipios de Tiquipaya y Sacaba, inspirado en una anterior práctica de la cooperación coreana (Koica), entre 2016 y 2017 en esos mismos territorios.

Desde 2018, el timón es manejado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), el municipio italiano de Foligno y los municipios cochabambinos de Tiquipaya y Sacaba.

Según el PNUD, el proyecto beneficia a 300 productores, 10 asociaciones, 30 técnicos municipales y cerca de 80 personas de grupos vulnerables (mujeres, jóvenes y personas con discapacidad). Se calcula que un millar de familias son beneficiarias indirectas.

Las actividades productivas que reciben apoyo son variadas: textiles, repostería, producción y comercialización de trucha, producción de flores, inserción laboral de jóvenes con discapacidad intelectual en la chocolatería, mejoramiento del manejo de cuyes y del sistema productivo de aceite de eucalipto, producción de cereales y de frutilla.

Isaura Cruz en su taller de confección de ropa (foto: PNUD Bolivia/Julen Redondo).
Un cambio de rubro

El exminero Florencio Cruz Ajno había sido relocalizado a mediados de los años 80. Su hija, Isaura Cruz Tola, dice que su padre era cooperativista y, cuando llegó a Tiquipaya, decidió probar suerte en otro rubro. Vio que podía dedicarse a la costura de ropa deportiva, empezó copiando moldes y la práctica lo convirtió en creador de sus propios modelos.

Esos conocimientos fueron heredados a Isaura. Hoy, ella tiene su taller de confección familiar en su vivienda ubicada en uno de los barrios que, en febrero de 2018, fueron afectados por la riada causada por las torrenciales lluvias de esa época.

La unión hace la fuerza

No era la única que hacía ese tipo de trabajos. Sus vecinos también se dedicaban a la confección de ropa, otros elaboraban zapatos, mochilas, etc. Tras el desastre, vieron la necesidad de unir fuerzas, ya que sus actividades eran afines y tenían experiencia acumulada. Además, las deudas apretaban.

En grupo acudían a la Alcaldía de Tiquipaya en busca de ayuda para los damnificados por la riada y fue allí que se enteraron del proyecto del PNUD, y formaron la asociación que es presidida por Isaura Cruz.

El grupo de confeccionistas nació con 11 integrantes: seis mujeres y cinco varones. En realidad estos cinco figuran como socios titulares, pero también trabajan sus esposas. Luego, a ellos se sumaron cuatro mujeres y tres varones. En total son 18. La asociación está presidida por Isaura Cruz. El vicepresidente es varón. Los restantes tres cargos están ocupados por mujeres: Secretaría de Hacienda, Secretaría de Actas y una Vocalía.

Se reúnen el primer lunes de cada mes para evaluar los trabajos de la asociación, las invitaciones a ciertos eventos y otros puntos de interés. Esta asociación pretende,en un futuro próximo, tener todos los papeles que le permitan participar en licitaciones de provisión de ropa.

Un hombre enseña un par de muestras de mochilas (foto: PNUD Bolivia/Julen Redondo).
Modelo aplicado

Gricel Ávila Zegarra, coordinadora de Programas de Desarrollo Territorial del PNUD, explica que el modelo aplicado en Tiquipaya y Sacaba es una fusión de la economía social del municipio italiano de Foligno, con rasgos de cooperativismo, y el modelo boliviano de economía comunitaria, solidaria, inclusiva y sostenible.

Destaca que la economía comunitaria es inclusiva, promueve la inclusión de  mujeres, jóvenes y personas con discapacidad y grupos vulnerables en actividades productivas.

Ávila afirma que proyecto del PNUD busca generar capacidades, involucrar a los gobiernos locales en los proyectos y trabajar con asociaciones productivas o emprendimientos que desarrollen actividades que beneficien también al municipio y permitan potenciar al territorio.

Iniciativas seleccionadas

Los proyectos son seleccionados por un comité que evalúa su factibilidad técnica, económica y social; las capacidades productivas, comerciales y organizacionales.

Además, se analiza el factor de inclusión de poblaciones vulnerables, se identifican necesidades concretas para que el apoyo sea más efectivo. Si el problema es de financiamiento, se cuenta con un fondo rotatorio de entre 5.000 y 7.000 bolivianos que puede servir, por ejemplo, para la compra de semillas.

El PNUD ofrece asistencia técnica y capacitación, la Municipalidad de Foligno financia parte del proyecto, los municipios en Cochabamba ponen su cuota y las asociaciones productivas entregan su aporte en especie y, en algún caso, en dinero.

Bolsas de jugo producido en Sacaba (foto: PNUD Bolivia/Julen Redondo).
Requisitos

Las asociaciones productivas deben certificar una experiencia de trabajo de dos años con una cultura de asociatividad y que la actividad a la que se dedica esté vinculada al territorio y tenga relación con los programas de desarrollo del municipio.

Estas organizaciones identifican qué necesitan y lo definen con el apoyo municipal y el PNUD. Su fortalecimiento se pone en marcha con la aplicación de un modelo integral de trabajo, basado en cinco componentes, explica Gricel Ávila, del PNUD. Cada iniciativa tiene entre 10.000 y 15.000 dólares de apoyo para cumplir esos cinco componentes.

Sacarle el jugo al tumbo

Otro de los proyectos beneficiarios es el de la Asociación de Productores/as y Transformadores/as de frutas, ubicada en la comunidad de Tutimayu, municipio de Sacaba.

El presidente de esta organización, Edwin Martínez Montaño, explicó que ese emprendimiento es fruto de la inquietud de familias que producen tumbo. Nació cuando se ejecutaba un proyecto del Fondo Indígena para iniciativas productivas.

La asociación, fundada en 2013, cuenta con una planta para la transformación de la materia prima en jugo y pulpa de tumbo. Por el momento son 25 socios activos y la directiva está compuesta por seis personas: tres varones y tres mujeres.

Edwin Martínez Montaño, productor de tumbo en Sacaba (foto: captura de video).
Deseos a futuro

Martínez dice que el mercado es exigente y que las instituciones encargadas de velar por la salubridad en alimentos, como el Senasag, realizan rigurosos controles antes de otorgar la autorización que abre las puertas a los mercados locales, departamentales y nacional.

Una de las aspiraciones de este emprendimiento es participar en las licitaciones del Gobierno municipal para la distribución del desayuno escolar en establecimientos educativos.

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